¡Vuelve la radio de todas! Nuestro podcast radical de confianza estrena su 6ª temporada. Barbi, además de explicarnos qué ha hecho estos últimos meses y en qué estado se encuentra Radiojaputa, hace un repaso por la composición del equipo, cómo trabajamos y cómo creamos cada programa, y también cómo sobrevive todavía este refugio radical, a pesar de no contar con subvención pública ni privada ninguna, ni financiación de ningún tipo más que de nuestras MATROCINADORAS.
Continuamos con vuestros audios. De hecho, para estrenar temporada, el primer podcast lo dedicamos enteramente a vuestras voces: comenzamos comentando el mensaje de una oyenta que forra las calles donde hay violaclubs con pegatinas contra los puteros. Seguimos con una compañera que ha dejado a su pareja, ¿por qué? Adivinad. Bueno, mejor, escuchad.
Dedicamos también tiempo y espacio para acompañar a Belén, hermana de Iría, quien fue creadora y administradora del grupo «mujeres y cáncer», uno de los chats temáticos de la comunidad de oyentas de Radiojaputa en whatsapp. Perdimos a Iria el invierno pasado precisamente a consecuencia de esta enfermedad. Compartimos sus pensamientos y reflexiones con perspectiva feminista sobre lo que se espera de las mujeres con cáncer. Más abajo podéis ver sus poemas, uno de ellos con su traducción al castellano.
Escuchamos las historias de otras compañeras, y nos enfadamos con las cosas que les pasan. Pero también nos reímos y hasta tenemos un respiro, con viajes y amigas, que nos merecemos también sentirnos acompañadas y apoyadas. ¡Bienvenidas todas, primas!
Poema de Iria traducido.
Lo normal es.
Es normal tener un mal día
Cada mes, tres semanas, quince días.
Yo tengo demasiados.
Te equivocaste al pensar, sugerir
que iba a ser sencillo,
que pronto iba a volver
a la alegría de los veintidós
a la seguridad plácida de los veintitrés,
cuando nada de esto existía todavía.
Nos equivocamos al pensar
Que regresaría intacta
De mi bajada al Tártaro.
Katábasis.
Mientras yo solo agradezco
Poder respirar sin sentir dolor al aire libre.
Ya ves, en el fondo nadie quiere
La compañía de un cuerpo enfermo.
Nadie desea permanecer
Al lado de un alma mutilada.
Nadie desea condenarse por otra persona.
Es más fácil taparse los ojos.
Yo me preparo para pasar otra noche,
Más sintiendo el duelo.
O normal é
É normal ter un mal día
Cada mes, tres semanas, quince días.
Eu teño demasiados.
Equivocácheste ao pensar, suxerir
que ía ser doado,
que pronto ía volver
á alegría dos vintedous
á seguridade leda dos vintetrés,
cando nada disto existía aínda.
Equivocámonos ao pensar
Que regresaría intacta
Da miña baixada ao Tártaro.
Katábase.
Mentras eu só agradezo
Poder respirar sen sentir dor ao aire libre.
Xa ves, no fondo ninguén quere
A compaña dun corpo enfermo.
Ninguén desexa permanecer
A carón dunha alma mutilada.
Ninguén desexa condearse por outra persoa.
É máis doado taparse os ollos.
Eu prepárome para pasar outra noite,
Mais sentindo o duelo.
Poema en castellano de Iria.
Si me llamara, por ejemplo, Manuel,
Si me llamara, por ejemplo, Manuel, o Pedro, o Alberto… Si al leer mi nombre no se pensara en
femenino; si al verme a mí no vieran a la mujer, sino a la persona…
Pero soy una chica. De pequeña se rían de mis vestidos y de los de mis amigas, nos prohibieron
jugar en las mejores zonas del patio, nos propinaban balonazos y se tronchaban de la risa. Muy
pronto empezaron a insultarme con la palabra «puta». Y dejé de ser «lista» para ser «chapona».
También dejé de ser «yo» para ser «mi cuerpo». Mientras ellos crecían igual de mal que
nosotras, nadie abría la boca para soltarles un «qué voz de pito tienes», pero a mí me
martilleaban si amanecía con acné, si tardaba más de la cuenta en depilarme el bigote, si
engordaba X kilos o si mis pechos no desarrollaban a la velocidad del resto de compañeras. A
mí me martilleaban en mis aciertos y en mis fallos. Incluso llegaron a hacerlo por vivir en un
lugar diferente.
Al fin, me crecieron los pechos y me engordó el culo. Fui muy criticada por llevarme mejor con
algunos hombres que con muchas mujeres. Constantemente juzgada si no me preocupaba por
la combinación de la ropa; constantemente cuestionada según el largo de mi falda.
Rechazando a admiradores me convertía en estirada mojigata; intentando ser amable, en una
buscona. Algunos chicos asquerosos, borrachos, locos, qué se yo, nos metían mano en las
discotecas. Y tenían mucho más que decir si les gritabas.
En la facultad, pude ser la mejor en nota media, pero nunca, jamás, inteligente, epíteto que sí
tenían algunos de los chicos.
Gravemente enferma e ingresada, pude ser tachada de inmadura, caprichosa, miedica,
ansiosa, (¿y si fuera un Manuel?), infantilizada. «Aquí te convertiremos en mujer». Perdone,
creo que llevo 23 años siéndolo. Perdone, el señor de la habitación de al lado llora mucho más
que yo en las biopsias. Perdone, pero es que tengo una alta probabilidad de morir en los
próximos siete días…
Yo no soy yo para una importante parte de la sociedad. Poco me importa ya: una aprende a
sobrevivir con su condición femenina. Pero me gustaría dar cuenta de ello, pues no puedo
evitar sentirme molesta cuando, caminando por la calle, no se me saluda a mí, sino a mi
pareja. No se habla de mí, se habla de «la hija de», «la cuñada de», y, en los últimos años, «la
novia de». A veces me gustaría tener un nombre propio…
… ¿y si me llamara, por ejemplo, Manuel?
I. B. B