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Situación de las mujeres en Nueva Zelanda

*Situación de las mujeres en Nueva Zelanda aparece en el podcast:

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Creo que a día de hoy, cuando pensamos Nueva Zelanda, lo primero que seguramente se nos viene a la cabeza, es la figura de Jacinda Ardern, primera ministra desde 2017 de la que hemos hablado en alguna ocasión. Jacinda es, a día de hoy, una referente a nivel mundial del progresismo y del feminismo digamos más institucional. Ha conseguido serlo a pesar de que Nueva Zelanda es un país poco poblado, tiene solo 5 millones de habitantes, y parte de su protagonismo actual se debe en parte al carisma de la propia Jacinda.

Políticamente, ya sabéis que Nueva Zelanda es una monarquía constitucional, la jefa del Estado sigue siendo la reina de Inglaterra, y se considera que es también una de las democracias del mundo que mejor salud disfruta. 

En cualquier ranking que os encontréis, veréis que Nueva Zelanda siempre aparece entre los mejores países en temas como la transparencia en la gestión, y es también uno de los países donde la población percibe que hay niveles más bajos de corrupción política… Vamos, que dan un poquito de envidia, primas. 

Y si hablamos de mujeres y de igualdad entre sexos, pues tenemos que decir que ha sido también un país bastante pionero, sobre todo en lo que se refiere a los derechos políticos de las mujeres. 

Las neozelandesas obtuvieron el derecho al voto en 1893, antes que ningún otro país del mundo, aunque si nos ponemos exquisitas por entonces realmente Nueva Zelanda era todavía parte del Imperio Británico, pero tenía ya mucha independencia para gestionar sus asuntos internos, y el sufragio femenino es una prueba de ello. 

Existe un Ministerio de la Mujer desde 1984, y en 2005 se convirtió también en el primer país del mundo en el que las cinco personas con más poder institucional eran mujeres -la reina, la primera ministra, la gobernadora general, la speaker del parlamento y la presidente del Tribunal Supremo-… Y también ha sido un país bastante pionero en temas como permitir el acceso al divorcio en condiciones legales de igualdad, cosa que hizo ya en 1898.

Las mujeres tienen una buena integración en el mundo del trabajo, son mayoría en todos los niveles educativos, sobre todo en el ámbito universitario; en política, prácticamente las mujeres son la mitad del parlamento, un 48.3% exactamente, hay una primera ministra mujer y el 40% de los ministerios los encabezan mujeres. 

La brecha salarial está sobre el 9.5%, es decir, las mujeres cobran un 9.5% menos que los hombres de media, que es un dato comparativamente más o menos bueno también -en España anda en torno al 12%-.

En fin, que parece confirmarse que es un país pro, ¿no? Bueno, pues a medias, porque no es oro todo lo que reluce, primas. Y hay algunos aspectos en los que la situación neozelandesa es, o ha sido hasta hace bien poco, más que preocupante. Uno de ellos, afortunadamente corregido recientemente, es el tema del aborto

En Nueva Zelanda el aborto no se despenalizó hasta el año pasado. Es algo que llevaba precisamente Jacinda Ardern en su programa electoral, y ahora ya se permite el aborto libre hasta la semana 20 de embarazo. Pero hasta 2020, el aborto seguía contemplado legalmente como un crimen penado incluso con la cárcel. 

Es verdad que en la práctica no se enviaba a nadie a la cárcel y que se practicaban hasta 13.000 abortos anuales usando los huecos que dejaban las excepciones legales, porque sí se permitía abortar en caso de riesgo para la salud física o mental de las madres. Pero era una situación paternalista, muy dura e incómoda para las mujeres que tenían que abortar y que encima retrasaba los abortos sin necesidad. Y es que una mujer que quisiera abortar tenía que buscar a profesionales que certificasen oficialmente que su salud mental estaba en riesgo, 

Este mismo año, Nueva Zelanda se ha convertido en el segundo país del mundo en aprobar una baja de 3 días por duelo para los dos progenitores en el caso de abortos espontáneos. Ojo, padre y madre, sin tener en cuenta quién pasa físicamente por ese trago, una vez más, como en el caso de los permisos de maternidad y paternidad paritarios, que se saltan porque sí el hecho de tú pares y el otro mira. Estos días de duelo, sin embargo, no se te otorgan si abortas voluntariamente, se te presupone estupenda de salud, animadísima para enfrentarte al día siguiente a tu jornada laboral. Así que para ti, cero días de baja. Esto es lo que pasa cuando se toman medidas sin tener ni puñetera idea y sin escuchar a las que saben. Que de eso hay en todos los países, como estamos viendo con esta sección.

Otro tema muy problemático y nada bien gestionado desde las instituciones en Nueva Zelanda es el de la violencia machistaEn este tema, como veis, pinchan todos los países. Según diferentes encuestas, entre una tercera y una cuarta parte de las mujeres adultas que viven en Nueva Zelanda han sufrido algún episodio de violencia sexual, y más o menos el mismo porcentaje ha sufrido algún episodio de malos tratos a manos de su pareja o ex pareja. 

Hago un inciso aquí para decir que no sé si continuar poniendo estadísticas sobre violencia sexual o machista, porque todas las mujeres, o la inmensísima mayoría, hemos sufrido estas violencias de una u otra forma, y al final las estadísticas oficiales solo registran las que son conscientes de ello. Pero seguimos.

Los índices de los que hablo, llegarían a duplicarse o incluso a triplicarse en el caso específico de las mujeres maoríesAsí será la violencia que sufren las aborígenes neozelandeses que, actualmente, son más o menos el 16% de la población de la isla. Las maoríes tienen unas condiciones socioeconómicas peores que las de la población de origen europeo, lo cual influye en los índices de violencia, menos sutil y mucho más brutal. Además arrastran una tradiciones patriarcales donde la violencia en el ámbito intrafamiliar, dentro de lo que son las familias extensas maoríes (llamadas “whanau”), está muy arraigada. Algunos autores hablan de “epidemia” para referirse a la violencia whanau. 

En el caso concreto de los feminicidios, vemos que Nueva Zelanda, que es un país con índices de homicidios relativamente bajos, tiene sin embargo un número de feminicidios muy alto. Esto no es la primera vez que nos lo encontramos, pasa lo mismo en Japón, por ejemplo. De media, alrededor de 9 mujeres son asesinadas por sus parejas o ex parejas cada año, pero ha habido años en los que se han superado los 15 feminicidios. Y os recuerdo que hablamos de un país de 5 millones de habitantes. En España, con 47 millones de habitantes, en 2019 hubo 55 feminicidios y en Nueva Zelanda hubo 12, por ejemplo. Proporcionalmente, una cifra inaceptable.

Cuando salió en la encuesta de Instagram que íbamos a hablar de Nueva Zelanda, una compañera, oyenta del programa, que vive allí, nos escribía y nos contaba que el tema de la violencia intrafamiliar es un poco tabú todavía, no se habla de ello lo suficiente y además cuesta movilizar a las mujeres en torno a un discurso feminista radical. 

Es verdad, por otra parte, que de nuevo el gobierno de Jacinda Ardern parece que se toma algo más en serio el hacer frente a la violencia machista, y en 2018 aprobó dos leyes importantes en este sentido; la Ley de Violencia Familiar y la Ley de Protección a las Víctimas de Violencia Doméstica. Por cierto, una medida que sí gusta y está vigente ya desde 2015 en Nueva Zelanda, es que las mujeres que tengan dudas sobre la posible peligrosidad de sus parejas pueden acudir a la policía y obtener información sobre su pasado criminal. Podían tomar nota nuestros políticos.

Un aspecto turbio de Nueva Zelanda es la prostitución, totalmente legalizada en 2003 con uno de los modelos más permisivos del mundo. De los efectos de esta legalización tenemos estadísticas de organizaciones feministas y ONGs que afirman que la prostitución en la calle se ha multiplicado por dos o más a cuenta de la legalización. El prohibicionismo es un imperativo moral, y no entendemos cómo esto es tan difícil de entender por tanta gente. La prostitución callejera es un problema específicamente en Auckland, la capital, donde además se asocia al crimen organizado muchas veces. 

El código penal neozelandés sí prohíbe, menos mal, que los proxenetas se lucren de la prostitución de menores de 18 y también a los clientes comprar sexo a menores de 18, pero la realidad es que en Nueva Zelanda la prostitución de menores es un problema real. Como veremos luego en la sección de psicología, una ley es papel mojado si no se activan protocolos y se trazan planes de prevención. Eso sí, el debate sobre regulación o prohibición está abierto en la sociedad neozelandesa, el regulacionismo no es algo que genere un gran consenso social y con suerte, en algún momento, veremos que la ley cambia. 

Nueva Zelanda también pincha en el tema de los vientres de alquiler. Actualmente solo se permite de forma altruista, no comercial, aunque no hay una legislación específica, sino que el tema está un poco metido en otra ley de reproducción asistida que deja muchos ángulos muertos. Pero parece que es inminente que se revise la legislación sobre este asunto, y parece que no precisamente con la idea de prohibir los vientres de alquiler sino, más bien, permitir la explotación comercial del cuerpo de las mujeres.

A nivel de derechos LGTB, en Nueva Zelanda se aprobaron las uniones civiles en 2003 y el matrimonio en 2015. El lesbianismo nunca ha estado penado pero, en cambio, las relaciones homosexuales entre varones sí lo estuvieron y nada menos que hasta 1984. Por cierto, todavía no existe en Nueva Zelanda la libre autodeterminación del género, pero -como habréis adivinado al ver el plantel neoliberal-, sí, sí está en los planes del gobierno aprobarlo y además de forma inminente. 

El patriarcado nos convence de que la explotación sexual es empoderante, que la explotación reproductiva es altruismo, que la autodeterminación de género es inclusiva y que, tú, aricarmen, eres una putófoba, una surrófoba y una tránsfoba. Mientras el neoliberalismo te ataca con una mano con todas esas fobias que tienes, con la otra va legislando a su gusto.

Ilustraciones > Canina Walls

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