bola_cristal_72ppp-min

Situación de las mujeres en Afganistán

*Situación de las mujeres en Afganistán aparece en el podcast:

¡Comparte!

Empezamos como siempre con el recorrido a la situación de las mujeres en un país. Como la actualidad a veces se impone, no hemos hecho encuesta esta primera vez, porque vamos directas al corazón de la historia en Afganistán. 

Creemos, que para entender la situación en Afganistán, tenemos que dar tres o cuatro claves que no siempre nos explican en los medios. LA PRIMERA es que es un país con una sociedad multiétnica y tribal. Tiene unos 35 millones de habitantes, y hay bastantes grupos étnicos con sus propias costumbres, lenguas, etcétera. Los grupos más importantes son el pastún, el musulmán suní, el tayiko, suní también, y el hazara, que son chiíes. Cada grupo étnico tiene sus tribus, con su alianzas entre sí y también enemistades. Desmadejar esta realidad tan compleja ayuda a entender los conflictos y por qué es tan difícil que un poder estatal llegue a controlar realmente todo el territorio del país.

Una segunda cuestión importante que hay que entender, es que Afganistán es un país que ha estado casi en conflicto permanente no ya en los últimos años… sino ¡en los últimos siglos! Hayan sido conflictos más extendidos o menos, que afectasen a todo el país o solo a alguna zona… La situación de guerra ha sido frecuente.

La TERCERA CLAVE es la fractura grande entre las zonas rurales y las zonas urbanas del país. En el último siglo ha sido muy evidente el choque entre los intentos de modernizar y abrir Afganistán, también en lo que se refiere a la situación de opresión de las mujeres, que siempre han venido promovidos por élites urbanas, con una resistencia muy fuerte  ultraconservadora a esos cambios sobre todo en las zonas rurales.

Y una ÚLTIMA CUESTIÓN es que Afganistán ha estado, desde hace muchos años, en el punto de mira de grandes potencias extranjeras. Ya en el siglo XIX se vio en medio de lo que se llamó “el GRAN JUEGO”, la lucha por la hegemonía en Asia Central entre el Imperio Ruso y el Británico. Los británicos controlaban las actuales India y Pakistán, los zares rusos controlaban Uzbekistán y Turkmenistán, y en medio justo quedaba lo que desde 1826 era el Emirato de Afganistán. En el XIX tuvieron un par de guerras con los británicos, que al final consiguieron imponer una cierta tutela sobre el territorio, en temas como la política exterior, hasta que en 1919 los afganos se rebelaron y obtuvieron la plena independencia. 

El líder que llevó al país a esa independencia, Amannulah Khan, tenía el título de Emir, pero en 1926 se proclamó Rey y Afganistán pues pasó a ser un Reino. Nos interesa este señor porque, impulsado en gran medida por su mujer, la reina Soraya, que era una señora muy avanzada socialmente, intentó cambiar la situación de sumisión absoluta que vivían las afganas, con la observación de la “purdah”, que es la costumbre de segregar y ocultar a las mujeres de los varones que no sean de su familia. Bueno, pues frente a esto, en esos años veinte se suprimió la obligatoriedad de llevar velo, se legisló contra los matrimonios forzosos e infantiles, la reina llegó a fundar una asociación de mujeres, por ejemplo… Todo esto en realidad no tuvo efectos más que en las zonas urbanas y entre las élites sobre todo, lo que sí logró es cabrear a los sectores ultraconservadores, favoreciendo que en 1929, tres años después, este Rey fuese depuesto. 

Su sucesor, claro está, se cuidó de cortar de raíz todos esos intentos de reforma social. Estuvo poco en el cargo, eso sí, porque se lo cargaron, y le sucedió su hijo, Mohammed Zahir Shah, que reinó casi 40 años y también nos interesa. Al principio este hombre no hizo nada por mejorar la situación de las mujeres, pero después de la Segunda Guerra Mundial ya sí comenzó con pequeños pasos. Incentivó la educación femenina, la Universidad de Kabul se abrió a las mujeres, se relajaron los códigos de vestimenta, las mujeres de la familia real empezaron a dejarse ver sin el velo… Todo muy poco a poco, intentando que cundiera el ejemplo pero evitando una reacción ultraconservadora fuerte. 

En 1964 se dio un paso fundamental, al aprobarse una Constitución que reconocía a las mujeres el derecho a votar y a ser elegidas para cargos públicos. Y efectivamente algunas mujeres empezaron a entrar en el parlamento, en 1965 se nombró a una ministra de Salud Pública, empezó a haber mujeres profesoras, científicas… E incluso alguna “celebrity” mediática, como la cantante pop Rukhshana. Pero el impacto de todo este cambio quedó de nuevo circunscrito a las zonas urbanas.

En 1973 un miembro de la familia real, Daoud Khan, dio un golpe de Estado apoyándose en sectores de izquierdas como el Partido Democrático Popular de Afganistán, el PDPA, que era marxista, y acabó con la Monarquía. Daoud Khan implantó una dictadura republicana y acabó represaliando a esas mismas fuerzas de izquierdas que le habían apoyado, así que en 1978 ese PDPA lideró una Revolución, la Revolución de Abril, que acabó con la toma del poder y la creación de un Estado Socialista. 

La situación era de todas formas de guerra civil, con sectores tribales y sectores conservadores rebelándose contra la revolución, y a finales del año siguiente, de 1979, la Unión Soviética decidió intervenir para apoyar al nuevo régimen socialista. A ver, la cosa es más complicada, porque dentro de ese PDPA había facciones enfrentadas y la URSS intervino en apoyo de una de ellas, pero bueno. Lo que sí quiero mencionar es que hubo afganas y afganos que no apoyaron ni este régimen socialista ni la intervención soviética, entre ellos una feminista muy destacada, Meena Keshwar, fundadora de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA), que  por cierto, sigue existiendo a día de hoy. Meena consideraba que los cambios para las mujeres promovidos por el PDPA eran insuficientes, y es verdad que lo fueron, pero aun así fue en esa época comunista en la que más se impulsó la igualdad entre los sexos. Esas fotos que todas hemos visto de mujeres vistiendo faldas cortas o pantalones yendo a la universidad, pertenecen a ese periodo. 

Se promovió de forma masiva la educación femenina, se avanzó mucho en la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo, pero… Claro, milagros ninguno, porque la situación era de guerra y las resistencias sociales eran enormes. Pero en 1991 ya había más de 200.000 afganas en escuelas primarias públicas, no religiosas, 24.000 en las universidades, más de 20.000 maestras y más de doscientas profesoras universitarias… No es mucho, pero el avance era enorme. La rama de mujeres del PDPA, llamada “Organización Democrática de Mujeres de Afganistán”, fue clave en este proceso de impulso de la educación femenina. 

Al final, la Guerra Fría terminó, la URSS se fue de Afganistán y el régimen comunista acabó cayendo en 1992 frente a los mujahidin, que contaron con el apoyo de EEUU, Arabia Saudí y Pakistán. Se creó entonces la República Islámica de Afganistán, que volvió a imponer la visión religiosa sobre el papel de la mujer, la sharía. Muchas de las conquistas del período previo se fueron a la mierda, aunque no se llegó por ejemplo a sacar a las mujeres de la escuela. Pero cuando sacaron del poder a los comunistas, las diferentes facciones de muyahidines empezaron a guerrear entre ellas, en fin, la cosa seguía convulsa, y en 1996 acabaron haciéndose con el poder los famosos talibanes. Que eran realmente grupos de muyahidines muy extremistas, liderados por gente que había hecho la guerra contra la Unión Soviética, y cuyas filas se nutrieron de jóvenes que durante esa guerra habían huido a la frontera con Pakistán y habían sido educados allí en escuelas musulmanas radicales. Ya sabéis que talibán significa “estudiantes”, en plural, aunque nosotros lo hemos castellanizado y hablamos de talibán en singular y de talibanes en plural.

El caso es que esta gente desde que se hizo con el poder en 1996 impuso la versión más extrema del Islam, una interpretación durísima de esa sharía, la ley islámica, de la que ya hemos hablado más veces. Las mujeres quedaron sometidas a una situación de arresto domiciliario, prácticamente. Todas conocemos de sobra la situación: el burka, la obligatoriedad de ir siempre acompañadas por varones, la prohibición de estudiar en la escuela, la reclusión en el espacio privado… Luego el régimen era tremendamente hipócrita, claro, porque sabemos que por ejemplo traficaban con mujeres para la prostitución. 

Eso sí, la sociedad afgana es plural y todos los impulsos progresistas anteriores no desaparecieron de la noche a la mañana. Hubo resistencias, y ahí están ejemplos de muchas maestras de la época anterior que montaron escuelas clandestinas para niñas, que se conocían por el boca a boca, y a las que acudían con el material escolar escondido debajo del burka. A las maestras que pillaron las encarcelaron y torturaron. Aquí podemos mencionar también la costumbre en Afganistán de disfrazar niñas como niños para que puedan esquivar las restricciones sociales. Los “bacha posh”, que las llaman. Algo que se ha dado en muchas etapas de la historia afgana. 

Esa era la situación cuando en 2001 se produjo la famosa invasión internacional liderada por EEUU como venganza por el 11S, que desplazó a los talibanes del poder. Se restableció la llamada República Islámica de Afganistán, pero siempre en esa situación de guerra civil que ya sabemos todas cómo ha acabado. En este Estado aliado y protegido por Occidente, la situación de las mujeres mejoró, claro, pero seguía siendo tremenda. Afganistán ha seguido siendo estos últimos veinte años uno de los peores países del mundo para ser mujer, según todos los observadores internacionales. Este Estado era un Estado confesional, cuya Constitución de 2004 reconocía también estar inspirada en la sharía, y el régimen patriarcal seguía siendo muy duro. Es verdad que se vieron avances, y es que si una lo compara con los talibanes pues a ver. Por ejemplo se dijo adiós al burka, se dio entrada a mujeres en puestos de responsabilidad política, en altos cargos del Estado, del Ejército incluso… Y por encima de todo se ha hecho un gran esfuerzo para promover la educación de las mujeres y su incorporación una vez más a la fuerza de trabajo. Cada vez más mujeres empezaron a trabajar en la agricultura, en el textil, pero también Medicina, Educación o, poco a poco, en la judicatura también. 

Hay que decir que las pocas profesionales que los talibanes habían permitido eran médicas y enfermeras, porque con esa política de segregación las necesitaban para atender a las mujeres, os recuerdo que un médico no puede tratar a una mujer enferma. Eso sí, pese a estos avances, en 2018-2019, todavía solo el 22% de la fuerza de trabajo la formaban mujeres y el analfabetismo femenino era del 70%. Más de dos millones de niñas y millón y medio de niños no iban a la escuela. 

El régimen patriarcal ha seguido siendo terrible. La violencia machista está socialmente muy aceptada y es terriblemente frecuente: encuestas recientes apuntaban que entre un 80 y un 90% de las afganas habían sufrido violencia machista. En 2009 se aprobó una ley para combatirla pero todas las organizaciones internacionales coinciden en que no se hizo mucho por aplicarla. 

¿Y cómo salía una afgana de una situación de maltrato? Pues difícilmente. Sometidas económicamente la mayoría, el divorcio, facilísimo para los hombres, era para ellas un calvario tanto por el estigma social como por los requisitos que tenían que probar ante el juez para que se lo concedieran. Aun así, en las zonas urbanas sí se venía dando un incremento sostenido del número de divorcios.

Las propias leyes han seguido siendo muy discriminatorias. En 2009, por ejemplo, se aprobó una Ley de Familia para los musulmanes chiíes que entre otras barbaridades obligaba a las mujeres a tener sexo como mínimo cada cuatro días con su marido. Y en 2012 el presidente Karzai llega a apoyar públicamente un código de conducta aprobado por el Consejo de los Ulemas, doctores en ley islámica, en el que se hablaba por ejemplo de impedir a las mujeres viajar sin su guardián varón. 

El aborto está muy penado salvo en casos de riesgo para la salud de la madre o de malformación del feto. Los derechos para la comunidad LGTB son cero, la actividad homosexual era castigada con la cárcel. Ojo a este detalle, porque en las escuelas del talibán existe un ambiente dominado por las relaciones homosexuales entre profesores y alumnos, algo que también es tradicional, especialmente en las regiones más aisladas del sur de Afganistán, donde el placer suele darse entre hombres adultos y adolescentes. Pero no lo llaman homosexualidad, solo “darse placer”, y no cometen ningún pecado porque los hombres tienen mujeres e hijos, agárrate a la silla, prima. Os dejaré más información sobre esto en la web. 

Pese a los derechos cercenados, en estos años ha habido algún espacio para cierto activismo feminista que ha logrado pequeñas victorias, como la inclusión del nombre de las madres en los documentos de identidad en 2020, que antes solo figuraba el del padre.  

También han subsistido muchas prácticas horribles que se tornaron ilegales pero que se seguían haciendo con gran impunidad. Los matrimonios forzados (al 80% de las mujeres las casan sin su consentimiento), los matrimonios infantiles (el 15% de mujeres que se casan tienen menos de 16 años), el pago por la novia -el excrex-, los asesinatos por honor… hemos hablado de estos dos conceptos en podcast anteriores. En 2019 se contabilizaron 238 mujeres asesinadas y de esos crímenes, 96 fueron por “honor”. La prostitución, que está prohibida y penada, se ha seguido practicando y con cifras importantes -y cierta concentración, al parecer, alrededor de las bases americanas-… para sorpresa de nadie.

Por supuesto, en las zonas controladas por los talibanes durante estos años, la situación ha sido mucho peor. Ha habido casos hasta de mujeres asesinadas por salir a la calle sin un varón, sin su guardián. Pero incluso en Kabul, la capital, se han visto cosas terribles. No sé si recordáis por ejemplo el asesinato en 2015 de una joven por una turba, porque se la acusó falsamente de haber quemado el Corán. Y lo que se viene ahora nos lo podemos imaginar porque la historia nos dice que no se puede sino ser pesimista. Volverá la segregación por sexos y la reclusión de las mujeres, se volverá ya a tapar a las mujeres como si fuera pecados vivientes, y se volverá y a los castigos corporales para todas las que incumplan los códigos de la sharía. Seguiremos atentas a la situación de las afganas, que necesitan más que nunca apoyo externo ante la represión a la que las someten ya sus propios conciudadanos.

Os dejaré en la web un artículo de Marisa Kohan, con varias iniciativas que podemos apoyar para ayudar a las afganas. También libros, documentales y películas muy muy recomendables, y necesarias para saber más, poner en contexto y ser conscientes no solo del presente de las niñas y mujeres afganas, sino de lo ya vivido. 

Ilustraciones > Canina Walls

un podcast de