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Situación de las mujeres en Madagascar

*Situación de las mujeres en Madagascar aparece en el podcast:

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Esta semana os dimos a elegir en la encuesta que hacemos en Instagram para la sección de los países, entre Sudáfrica, Angola, Guinea Ecuatorial y Madagascar. La verdad es que a mí me ha sorprendido el resultado, pensaba que igual tirabais para Guinea, por sus vínculos con España… Pero no, habéis decidido que hablemos de Madagascar. Pues vámonos pallá.

Madagascar es un país insular, una de las islas más grandes del mundo, de hecho -es algo más grande que España-, y tiene actualmente 28 millones de habitantes. 

Durante mucho tiempo, la mayor parte de la isla fue un Reino, el llamado Reino de Merina, que resistió las ambiciones colonialistas europeas. Hasta que los franceses acabaron conquistando y colonizando la isla a finales del siglo XIX. En 1960 el país se independizó de Francia, como República, y desde entonces hasta hoy ha tenido una historia bastante movida. 

Ha habido varios golpes de Estado, un periodo como república socialista prosoviética entre 1975 y 1992, y algunos episodios de disturbios y estallidos sociales graves. 

Los últimos, así de gran alcance, tuvieron lugar en 2009, cuando tras meses de protestas en las que murieron un centenar de personas, un nuevo golpe de Estado impuso un cambio en la presidencia de la República. Pese a todo, a diferencia de muchos países africanos expoliados también por potencias europeas, en Madagascar no ha llegado a haber una guerra civil. Aunque se haya estado cerca en varias ocasiones. 

Tras el golpe de Estado de 2009, se han celebrado dos elecciones presidenciales libres y multipartidistas. En las últimas, en 2018, se presentaron 36 candidatos de los que sólo 5 eran mujeres, lo cual ya nos puede ir dando alguna pista de lo que nos vamos a encontrar a nivel de desigualdad entre los sexos.

Madagascar es un país con muchísima corrupción. En el Índice de Percepción de la Corrupción, por ejemplo, aparece entre los 30 países con peor puntuación de todo el mundo. Y esa corrupción de sus dirigentes, sumada al expolio continuado al que han sometido al país y someten empresas extranjeras, tienen muchísimo que ver con que Madagascar sea, según datos de 2020, el cuarto país más pobre del mundo, con menos de 500 dólares anuales de Renta Nacional Bruta per cápita. Y eso a pesar, o quizás precisamente, porque tienen riquezas naturales notables. 

Durante mucho tiempo producían un tercio de los zafiros de todo el mundo, por ejemplo, sin que ello repercutiese apenas en la mejora del nivel de vida, de los servicios y de las infraestructuras, que son pésimas. A todo esto, se suma además desde hace años una situación medioambiental insostenible, que es precisamente de lo que más oímos hablar en España sobre Madagascar. Y es que, Madagascar, es ciertamente uno de los primeros países que están siendo afectados de forma ya catastrófica por el cambio climático. El primero, de hecho, en sufrir una hambruna causada directamente por el cambio climático Y de los primeros donde se puede hablar sin duda alguna de refugiados climáticos. 

Por eso, bastantes instituciones internacionales están desarrollando allí programas pioneros para ver cómo se pueden contrarrestar los efectos del cambio climático. Cosa por otra parte bastante difícil, especialmente en un país tan pobre y con servicios sociales que muchas veces brillan por su ausencia. 

Madagascar está perdiendo biodiversidad a cuenta de la tala descontrolada de bosques para vender y exportar maderas como el palo rosa, de forma ilegal generalmente. En un país con tanta gente al límite de la subsistencia esto es especialmente difícil de controlar, claro. También está viéndose súper afectado por la pérdida de pesquerías derivada de la sobrepesca y de procesos como la acidificación de los océanos. Sobre este tema, os recomendamos el documental “Los límites de nuestro planeta: una mirada científica” del divulgador británico David Attenborough.

Y el sur de la isla lleva, además, prácticamente quince años de sequía continuada a sus espaldas. En la zona sur, se habla de más del 90% de la población en una situación de inseguridad alimentaria y de más de un millón de personas en situación directamente de hambruna. 

El acceso al agua es una pesadilla, sobre todo en zonas rurales, que están muy mal comunicadas. Hay quienes tienen que andar 7 horas para poder conseguir un bidón de agua. Y esto pesa especialmente sobre las mujeres, porque son ellas, sobre todo niñas y adolescentes, las que acaban encargándose de funciones como la de ir a por el agua, algo que afecta por ejemplo a sus posibilidades de estudiar. En este sentido os doy un dato, de 2013, según el cual un cuarto de la población malgache consideraba que era más importante darle una educación a los niños que dársela a las niñas. 

Con todo y con esto, según datos del Foro Económico Mundial, a día de hoy, 2022, hay cierta paridad en los tres niveles educativos. Paridad que refleja en cualquier caso un panorama educativo lamentable: un 22% de los niños y niñas no acuden ni siquiera a la escuela primaria y solo el 5% de los unos y de las otras puede ir a la universidad. Eso sí, hay casi un 28% de mujeres analfabetas y un 23% de hombres.

Algo súper importante a la hora de entender Madagascar, en lo que nosotras no podemos detenernos mucho, pero que os animo a investigar por vuestra cuenta, es la realidad étnica y religiosa de la isla. 

En esta isla hay 18 grupos étnicos reconocidos, y una fractura importante entre los que habitan en las costas y los de la zona central de la isla. Entre estos últimos de la zona central están los Merina, que eran los que gobernaban la isla antes de la colonización francesa y son el grupo étnico más numeroso. Por cierto, que el país tuvo tres reinas consecutivas justo antes de la conquista francesa. 

La etnia Merina funcionaba según un sistema de castas y esclavista, y parece que algo perdura todavía. No legalmente, claro. Pero socialmente sí hay discriminación hacia las descendientes de antiguos esclavos y en algunos ambientes están mal vistos los matrimonios entre descendientes de gente de diferentes castas, por ejemplo.

Las etnias del centro, sobre todo la Merina, son más urbanas y tienen un mejor nivel económico, así hablando muy en general. Tienen, además, muchos prejuicios hacia las etnias costeras. Para que os hagáis una idea, defienden la idea de que las etnias y las tribus costeras son mucho menos respetuosas con las mujeres y que fomentan la prostitución. Lo cual tiene una base real pero hay que matizarlo. 

Hay algo que ha sido objeto de varios artículos en prensa, os colgaré uno en español de Los Angeles Times, que es la costumbre entre las tribus de la costa sur de llevar a las niñas a una cabaña para que vivan solas una vez llegan a la adolescencia; para que se busquen la vida y encuentren marido. Las exponen a las presiones para tener sexo por parte de los hombres de la zona, algunos de los cuales llegan a pagar por ello, y todo esto favorece que haya un montón de embarazos no deseados y de madres adolescentes solteras en algunas zonas del sur. Porque muchos señores una vez consiguen tener sexo con estas chicas se dan el piro y reniegan de las promesas de matrimonio que les hubieran hecho. No es raro que bastantes de esas madres solteras acaben en la prostitución o en la indigencia. Parece que es cierto que esto que os acabo de relatar ocurre. Pero los artículos en prensa que lo cuentan no son muy rigurosos. Hemos encontrado un artículo académico de una investigadora que se llama Kirsten Stoebenau, que pone las cosas en su justo lugar. 

Ella dice que ni siquiera entre las etnias y tribus costeras -donde más se hace esta práctica- se trata de algo mayoritario. Explica también que el hecho de que entre las etnias del sur la prostitución esté más admitida, y se practique más, se debe sobre todo a motivos económicos. Son etnias más pobres donde a muchas mujeres no les queda otra salida que esa. Y señala por último que en este tipo de relatos se proyectan muchas veces las visiones racistas y prejuiciosas que las etnias del centro, más ricas y demás, tienen sobre las etnias de la costa. 

El tema religioso también influye en todo esto. En Madagascar hay un porcentaje grande de animistas, un porcentaje grande de cristianos de diferentes iglesias, de la católica y de varias iglesias protestantes, y un porcentaje menor pero en aumento de musulmanes. No os doy cifras porque varían mucho las estimaciones, pero vamos, al menos la mitad, así grosso modo, son cristianos. Esto pesa mucho en la vida social y política del país, en sus ideas sobre la mujer o sobre la homosexualidad, y en la política en general, porque muchos líderes políticos son muy religiosos. Ahí queda eso como algo a tener en cuenta.

La prostitución, que es de lo que andábamos hablando con esto de las distintas etnias malgaches, es un problema grave en Madagascar. Es legal, aunque no lo es el proxenetismo, y está súper extendida. Madagascar es un destino turístico sexual internacional, y existen lugares como la pequeña isla de Nosy Be que son auténticos resorts de prostitución para turistas, donde la mayoría de la población femenina sobrevive prostituyéndose. El turismo sexual pedófilo está también muy extendido. Parece que ahora el gobierno sí está tomándose en serio la persecución de los turistas que tienen sexo con niñas menores de 14 años. A las de 14 en adelante, pues eso.

En relación también con estas costumbres ancestrales y tribales, hay que decir que los matrimonios infantiles son muy frecuentes. 

Madagascar tiene una de las tasas de matrimonios infantiles más altas del mundo. Hasta 2007 los chicos tenían que tener 17 años para poder casarse y las chicas solo 14. Desde ese año, la edad mínima fijada para el matrimonio es de 18 años para ambos sexos, pero la realidad es que el 41% de las mujeres se casan antes de los 18 años. Las tasas de embarazo adolescente son como podéis imaginaros, muy altas. Y también lo es la incidencia de enfermedades de transmisión sexual. Aunque no las de SIDA, hay poco VIH para lo que es el contexto subsahariano. 

El uso de anticonceptivos es legal pero su acceso está muy difícil para amplios sectores de la población, y el aborto está prohibido en todos los supuestos y penado con hasta diez años de prisión para la mujer. Ahí por ejemplo el peso de la religión es evidente. Pero claro, como pasa siempre, abortos hay. Y de hecho, son súper frecuentes. Alrededor de una de cada cuatro mujeres de Madagascar ha abortado alguna vez, y hay encuestas que incluso elevan esa estimación. Son abortos clandestinos y sin garantías: hemos encontrado un dato que habla de tres mujeres muertas cada día por culpa de abortos inseguros. 

Ha habido campañas de activistas feministas para legalizarlo, pero en 2017 el Parlamento votó para mantener la prohibición. Un Parlamento en el que actualmente hay un 17.9% de mujeres, para que os hagáis una idea. Porque la infrarrepresentación de las mujeres en cargos de responsabilidad es muy acusada, en general. Otro dato que hemos encontrado es que en 2014 no había ni una sola mujer embajadora o cónsul de Madagascar en el extranjero.

Tenemos que hablar también sobre la violencia machista, claro. Algunas encuestas hablan de que una de cada tres mujeres de Madagascar la han sufrido, una cifra que casi parece que se queda corta si tenemos en cuenta que el Fondo de Población de Naciones Unidas dice haber asistido a 2 millones y medio de víctimas de violencia machista entre 2018 y 2020. Madagascar aprobó en 2019 una Ley sobre Violencia en base al sexo, pero todas las fuentes indican que no se aplica y que no se promociona, de forma que muchas mujeres ni la conocen. 

En general, la violencia machista en el país es algo que sucede en silencio y con sus víctimas sin atreverse a denunciar. Es más, la violación marital no está reconocida como delito, se entiende que todo el sexo en el matrimonio es por definición consensuado. Esto también se intentó cambiar por la vía parlamentaria y también fue echado para atrás, en el año 2014. Hay un gran estigma social sobre las mujeres maltratadas y mucha aceptación del maltrato. Una encuesta de 2012, con una muestra grande -de unas 15.000 personas encuestadas-, volcaba que el 45.2% pensaban que un hombre podía tener motivos justificados para pegar a su mujer.  Y ese porcentaje más o menos se repetía tanto entre los hombres como entre las mujeres encuestadas. Los feminicidios no se contabilizan. Y hemos encontrado un texto de una activista reclamando que se haga y diciendo que casi todos los días hay alguna noticia en prensa sobre un feminicidio, pero prácticamente nada más a este respecto. 

Otro tema que hay que mencionar es la persistencia, sobre todo en las zonas más rurales, de prácticas y costumbres discriminatorias en cuanto al acceso a la propiedad por parte de las mujeres y en cuanto a las herencias. Que el marido se quede con una parte mayor de los bienes en caso de divorcio, o que si una mujer enviuda y no tiene descendencia, la herencia vaya a la familia del marido y ella se quede con una mano delante y otra detrás, por ejemplo. Constitucionalmente no es legal, pero hay sitios donde la tradición pesa más que las leyes estatales. 

Y luego, a nivel más general, las mujeres malgaches tienen un problema grave para acceder al crédito bancario, lo cual les dificulta todavía más salir de la situación en la que se encuentran. El gobierno ha puesto en marcha programas de microcréditos para mujeres intentando paliar esta situación, pero ha resultado ser un parche insuficiente.

Y ya para terminar, otro tema relevante del que nos gusta hablar en esta sección ya sabéis que son los derechos de las personas no heterosexuales. Que en esta ocasión se cuenta rápido porque básicamente no tienen ningún derecho. La actividad sexual entre personas del mismo sexo es legal solo a partir de los 21 años. Casarse o prostituirse con 15 años sí, siempre y cuando sean mujer y hombre, o niña y hombre. Si es para tener relaciones deseadas entre personas del mismo sexo, tienes que esperar a los 21. Más allá de eso, las no hetero, ni tienen ningún derecho reconocido, ni hay leyes antidiscriminación. 

Ilustraciones > Canina Walls

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