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La del kurdistán es una historia muy complicada; hemos intentado simplificarla para que se entienda y para que quepa, las dos cosas. Para empezar, recordamos que es la primera vez que no hablamos de un país, sino de un pueblo: del pueblo sin Estado más grande del mundo, de hecho. Hay unos 40 millones de personas de etnia kurda, que viven mayoritariamente en una región, el Kurdistán, que está dividida entre cuatro países: Turquía, Siria, Irak e Irán. Esto dificulta hablar así en general sobre las kurdas y kurdos, porque según el país en el que estén, la cosa cambia bastante. Además, aunque el pueblo kurdo comparte cultura y lengua, hay muchas diferencias entre unas tribus y otras, entre regiones, etc.
Como en tantos otros sitios, en el siglo XIX surgieron movimientos nacionalistas, en este caso kurdos, que tenían la ambición de crear un país propio. Después de la I Guerra Mundial, las potencias occidentales llegaron a prometerles que apoyarían la creación de un Estado kurdo, pero luego incumplieron esa promesa. Así que, hasta hoy, este pueblo nunca ha tenido su propio país, a excepción de un efímero Estado kurdo aliado de la URSS que funcionó en el norte de Irán durante la II Guerra Mundial. El Kurdistán está repartido entre esos cuatro países y, en general, la situación para este pueblo ha sido dura en los cuatro. Son una minoría pero muy numerosa, con una identidad sólida e ideas separatistas… Y eso les ha puesto en el punto de mira de los gobiernos, que les han discriminado, acosado y perseguido.
Por lo que se refiere a la situación de las mujeres, hay problemas compartidos en la mayor parte del Kurdistán, vinculados a la cultura tradicional patriarcal kurda y también a factores religiosos, porque la mayoría de los kurdos son musulmanes y el Islam no destaca precisamente por promover la emancipación femenina. Así nos encontramos con altos índices de violencia machista, con especial mención para la violencia por honor, incluidos los asesinatos por honor. Hay también matrimonios forzados, una cierta extensión de la poligamia y, en algunas zonas, se practica la mutilación genital femenina. Además, las mujeres son relegadas a roles tradicionales, tienen dificultades para integrarse en el mundo laboral y, sobre todo en zonas rurales, hay una brecha importante en el ámbito educativo entre los dos sexos.
En los años 60 y 70 del siglo pasado, aparecieron movimientos independentistas de izquierdas, inicialmente con ideas marxistas, que introdujeron un pensamiento feminista muy potente, señalando la opresión de las mujeres en la sociedad tradicional kurda. El cambio promovido por estos movimientos fue tan importante, que en buena parte del Kurdistán nos encontramos a día de hoy con esa dualidad entre un tradicionalismo conservador patriarcal y un progresismo feminista. Que luego coinciden en sus deseos de independencia o de mayor autonomía para el pueblo kurdo, eso sí. Como la situación cambia mucho según el país en el que nos encontremos, vamos a explicar brevemente qué pasa en cada uno de esos cuatro países que se reparten el Kurdistán.
Empezamos por Turquía, donde viven entre 15 y 20 millones de personas de etnia kurda (de un total de 85 millones de personas que viven en el país) concentradas en la parte sureste del país. En el Kurdistán turco lleva habiendo rebeliones independentistas un siglo: la última empezó en la década de 1970 y dura hasta hoy, encabezada por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK. El PKK empezó teniendo una ideología marxista-leninista, pero luego evolucionó hacia ideas más libertarias, de tipo anarquista. Concretamente, el principal líder del partido, Abdullah Öcalan, actualmente preso en Turquía, dio forma a una ideología llamada “confederalismo democrático”, que defiende la autogestión y la democracia participativa, y que tiene una sólida base feminista. Al feminismo kurdo se le conoce con el nombre de “jineología”, y se basa en la idea de que una sociedad es tan libre como lo son sus mujeres. En la práctica, la jineología se traduce en asegurar la paridad en todos los órganos de decisión, y en combatir la discriminación de género imperante en la sociedad tradicional kurda a través de la educación. Por ejemplo, en los centros comunitarios donde estas ideas son influyentes, se ofrece a las mujeres formación en feminismo y autodefensa.
Hay que decir que las mujeres tuvieron ya un gran protagonismo desde la creación del PKK, cuando su ideología era la marxista-leninista. Hubo muchas mujeres entre las fundadoras del partido y siempre las ha habido también entre las guerrilleras. El ejemplo más conocido es el de Sakine Cansiz, líder muy próxima a Öcalan que acabó siendo asesinada en 2013 junto con otras dos activistas, en París, donde estaba como refugiada política.
El PKK continúa en guerra contra el gobierno turco, aunque parece que su fuerza está bastante mermada ahora mismo. Pero el feminismo kurdo que ha promovido ha conquistado muchos ámbitos de la sociedad kurda, ha impulsado un cambio de mentalidad grande y ha influido de hecho en toda Turquía. El principal partido progresista estatal que se opone hoy a Erdogan, el HDP (Partido Democrático de los Pueblos), fundado en 2012, ha bebido mucho de este feminismo kurdo, por ejemplo. El HDP es un partido legal en Turquía, que se presenta a las elecciones y saca representantes, aunque, eso sí, está muy vigilado y acosado por el gobierno de Erdogan.
Aunque el PKK ha sido, desde Turquía, el motor ideológico del independentismo kurdo más de izquierdas, el lugar donde las ideas del confederalismo democrático han podido llevarse a la práctica de forma efectiva ha sido la vecina Siria. Allí, como sabéis, estalló en 2011 una compleja guerra civil que dura hasta hoy. Y en esa caótica situación, en el Kurdistán sirio, también conocido como Rojava, al norte del país, se produjo una revolución social que ha conseguido garantizar la autonomía de la zona y ha permitido poner en marcha muchos de los mecanismos de ese confederalismo democrático. Es decir, mientras en el Kurdistán turco, donde nacen estas ideas, no han podido implementarse mucho porque el PKK está acosado por el gobierno, en Siria, con la guerra civil, se creó un vacío de poder en el que esa revolución sí pudo abrirse camino.
Es difícil saber cuánta gente vive ahora mismo en Rojava, quizá entre 2 y 3 millones de personas, siendo la kurda la etnia mayoritaria. Allí, el Partido de Unión Democrática (PYD) ha conseguido implementar un funcionamiento asambleario y muchas políticas feministas. Hay paridad en los órganos de decisión, se han prohibido los matrimonios concertados, la poligamia y cualquier ley discriminatoria basada en la sharia, se han puesto en marcha “casas de la mujer” que ofrecen servicios a víctimas de violencia, se imparte formación feminista, se desarrollan programas de empoderamiento económico de la mujer, etc. Las mujeres de Rojava también han jugado un rol militar clave. Las llamadas “Unidades femeninas de Protección”, formadas por unas 20.000 mujeres, fueron claves por ejemplo para rescatar a los yazidíes que estaban siendo masacrados por el Estado Islámico, o en la famosa batalla de Kobane. También han combatido al ISIS. Sobre estas mujeres tenéis un par de libros que os recomiendo mucho, uno es “Un verano kurdo. Historias de resistencia al ISIS, a la ocupación y al exilio”, de Zekine Türkeri y “Revolución en Rojava. Liberación de la mujer y comunalismo entre la guerra y el embargo”.
Lo conseguido en Rojava, eso sí, es muy precario, dada la inestabilidad de la zona. Es difícil saber cómo acabará. Hay muchísimos intereses en la zona: rusos, estadounidenses, turcos… Y ni siquiera a nivel interno ese Partido de Unión Democrática que está liderando estos cambios tiene el control total de la situación. Gobiernan en alianza con el llamado Consejo Nacional Kurdo, donde están también representadas sensibilidades mucho más conservadoras.
No menos complicada y dura que la situación reciente en Siria, ha sido la de Irak. Especialmente desde que EEUU lo invadiera en 2003, con el apoyo de Aznar. Luego vino una guerra civil, apareció también el ISIS… En fin. En el Kurdistán iraquí, al norte del país, viven actualmente entre 6 y 8 millones de personas, y es una zona que ha sufrido muchísimo. Por ejemplo, a finales de los años 80, una operación de castigo contra los grupos rebeldes kurdos por parte del gobierno de Saddam Hussein se convirtió en un auténtico genocidio en el que fueron asesinadas entre 50.000 y 180.000 personas y no faltó ninguna burrada: ataques químicos, campos de concentración, violaciones masivas de mujeres por los soldados…
A día de hoy, el Kurdistán iraquí tiene un estatus especial de autonomía, mantenido entre otras cosas por unas fuerzas armadas propias:“peshmerga”, al español sería “quienes combaten la muerte”. Pero a diferencia de lo sucedido en Siria, aquí las ideas del confederalismo democrático y el feminismo no han calado. De hecho, el partido que defiende esas ideas está prohibido. Prevalece un nacionalismo kurdo más tradicional, aunque de cara a la galería y por las presiones internacionales, el gobierno regional kurdo ha nombrado a alguna ministra y ha creado alguna unidad militar de mujeres, por ejemplo. Pero, en realidad, las mujeres permanecen muy oprimidas y la violencia machista alcanza los niveles más altos de todo el Kurdistán. Hay leyes contra la poligamia, los matrimonios forzados o la violencia por honor, pero todas estas cosas siguen sucediendo con frecuencia. Aunque no hay muchos datos concretos, se estima que como mínimo 500 mujeres son asesinadas cada año “por honor”, por supuestas afrentas que en ocasiones puede llegar a ser algo tan nimio como no llevar el velo. Según la Organización de Mujeres Libres de Kurdistán, la cifra es mucho más alta, porque además de las asesinadas están las que son forzadas a suicidarse. Que no cuentan como asesinadas.
También se ha estimado que casi la mitad de las mujeres casadas son golpeadas por sus maridos si les desobedecen. Y además, en algunas zonas del Kurdistán iraquí se practica la mutilación genital femenina. Hay regiones donde hace unos años cerca del 100% de las mujeres la habían sufrido. No obstante, aquí sí hay motivos para el optimismo, porque el activismo social y las campañas de concienciación están reduciendo mucho esta práctica. De hecho, se suele poner al Kurdistán iraquí como ejemplo para otras partes del mundo donde también se sigue haciendo esta salvajada.
Por último, nos queda el Kurdistán iraní, al norte de Irán, donde viven unos 7 millones de personas. En Irán, la situación de las kurdas, como la del resto de mujeres, está marcada por las reglamentaciones patriarcales del régimen islamista establecido en 1979. En aquel momento, cuando triunfó la revolución del ayatolá Jomeiní, los kurdos se rebelaron y mantuvieron una lucha armada hasta 1996, que en 2016 ha vuelto a activarse y sigue a día de hoy, aunque es un conflicto de baja intensidad y poco conocido.
La lucha independentista kurda en Irán ha estado llena de complicaciones, incluidos enfrentamientos armados entre las diferentes facciones kurdas. Una de esas facciones la encabezó en su momento el partido Komala, que originariamente era comunista (ahora es más bien socialdemócrata), y que cuando controló zonas del norte de Irán, en los años 80 sobre todo, abolió la segregación en base al sexo y promovió el protagonismo de las mujeres en todos los ámbitos. Actualmente, entre las distintas guerrillas kurdas que operan en Irán, destaca el PJAK (Partido por una Vida Libre en Kurdistán), que apuesta por ese confederalismo democrático del que ya os he hablado y en el que tienen un gran protagonismo las mujeres. Por lo demás, en general con el régimen iraní la cultura kurda más patriarcal campa bastante a sus anchas. Amnistía Internacional ha advertido de que hay altos niveles de violencia machista y de que los asesinatos por honor son numerosos y muy tolerados a nivel social. También hay alguna zona donde se practica la mutilación genital femenina, aunque no tanto como en Irak. Cifras exactas y fiables al respecto por desgracia no hay.
Nos quedaría el tema de la diáspora kurda, donde se reproducen algunas de las lacras que os he comentado. No hace falta más que googlear un poco para encontrar por ejemplo asesinatos por honor en familias kurdas residentes en Alemania, Inglaterra o los países nórdicos. Cuando la segunda generación de mujeres inmigrantes intenta vivir de una forma más libre que la que les quieren imponer sus padres, a veces hace acto de presencia la violencia más brutal.
Esperamos haberos aclarado algo sobre la situación kurda. O por lo menos, haberos transmitido esa dualidad que hay entre un movimiento de liberación kurdo progresista y feminista, con más peso en Turquía y Siria, y una cultura patriarcal conservadora que es preponderante en el Kurdistán iraquí y en el iraní.
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