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Situación de las mujeres en Finlandia

*Situación de las mujeres en Finlandia aparece en el podcast:

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Finlandia es uno de esos países que siempre suele aparecer en los primeros puestos de los rankings de igualdad, pero vamos a ver que no es oro todo lo que reluce. Finlandia es un país de 5.5 millones de habitantes, es un país rico, con un producto interior bruto por habitante superior al de Inglaterra o al de Francia, y también al de España, claro. Pero, ojo, hasta la década de 1970, Finlandia fue un país agrario y humilde: la situación actual se debe al llamado “milagro económico finlandés”, que empezó cuando en los 70, los gobiernos se pusieron de acuerdo en la importancia de apostar por una educación de calidad, lo que convirtió a Finlandia en una potencia tecnológica y en una de las economías capitalistas más competitivas del mundo. 

En cuanto a los derechos de las mujeres, Finlandia fue el primer territorio europeo en el que las mujeres obtuvieron el derecho a votar en cualquier proceso electoral, corría el año 1906. Por entonces, todavía formaba parte del Imperio Ruso, aunque tenía mucha autonomía y un parlamento propio (el Senado finlandés). Y ya en las elecciones del año siguiente, de 1907, salieron elegidas 19 parlamentarias. Por ponerlo en contexto, en España entre 1931 y 1936, en la II República, con todo lo que representó para las mujeres, sólo hubo nueve mujeres diputadas. En general, en todo lo que se refiere a la incorporación de las mujeres a la política, se puede decir que Finlandia ha sido un país pionero. En 1926 hubo ya una ministra de Asuntos Sociales, Miina Sillanpää, de las primeras mujeres en Europa en ocupar un cargo de ese nivel. Y, eso sí, han tenido que esperar mucho más hasta tener mujeres como presidentas (jefas de Estado) o como primeras ministras. Presidentas solo ha habido una, de hecho, Tarja Halonen, entre 2000 y 2012. Y primeras ministras han tenido tres. La actual es la socialdemócrata Sanna Marin, que encabeza un gobierno de coalición entre cinco partidos de centro-izquierda, liderados todos ellos por mujeres. Por eso, a veces la prensa habla del “gobierno de las mujeres” finlandés. Además, en los ministerios hay paridad y en el parlamento casi también, con el 47% de los escaños ocupados por mujeres desde las últimas elecciones en 2019. 

A Sanna Marin, la actual primera ministra, recordaréis que se la liaron hace tan solo unos meses, al filtrarse un vídeo suyo bailando en una fiesta. Literal, la mujer simplemente bailaba y se divertía, pero la derecha fue descaradamente misógina y fueron a degüello contra ella. Recibió muchas críticas, de hecho, se convirtió en noticia internacional, pero por suerte, fue más noticiable la reacción machista a un simple vídeo que el vídeo en sí. De hecho, las mujeres finlandesas montaron una campaña en redes para solidarizarse con ella, grabándose a sí mismas bailando y divirtiéndose. Qué majas somos las mujeres. De todas formas, no era la primera vez que recibía críticas en ese tono, ya le había pasado sencillamente por subir una foto de lo más normal a sus redes después de asistir a un festival de manera privada, no oficial. Entonces la criticaron por cómo vestía. La doble vara de medir con las políticas jóvenes, amiga, que también nos empieza a dar una idea de que Finlandia no es ningún paraíso igualitario. Ahora veremos hasta qué punto no lo es. 

Una parcela en la que el país ha alcanzado éxitos importantes es la educación. El modelo educativo finlandés es referencia en Europa, suele tener muy buenos resultados en las pruebas educativas tipo “PISA” y demás. Y sobre todo queremos señalar que es uno de los pocos países donde las niñas obtienen mejores puntuaciones que los niños en áreas como las matemáticas. Eso es raro, porque suele haber sesgos en base al sexo, ya sabéis. Aparte de eso, pues aunque hay más mujeres en todos los niveles educativos, en la Universidad se sigue viendo muy claramente que hay ámbitos como las Ciencias de la Salud que están muy feminizados, y otros como las ingenierías que están más masculinizados. Como pasa en todos sitios, vaya. Las mujeres tienen una participación en el mercado laboral muy alta (trabajan el 74% de las que tienen entre 15 y 64 años), casi igual a la de los hombres y muy por encima de la media de la OCDE. Pero, porque siempre hay peros, primas… La brecha salarial está en torno al 16% y es de las peores de la UE. Eso se debe a que las mujeres ocupan puestos peor retribuidos y además son las que más terminan accediendo a empleos a tiempo parcial para poder compaginarlos con los cuidados y la crianza. 

En los equipos directivos de las 40 principales empresas de Finlandia, por ejemplo, los hombres copan más del 80% de los puestos. Y otro dato: una de cada 3 mujeres trabaja a tiempo parcial, y solo hace lo propio 1 de cada 10 hombres. En 2021, el Instituto Estadístico Finlandés publicó que se había igualado el tiempo que hombres y mujeres dedican a trabajar, sumando el trabajo pagado y el doméstico. Pero el reparto es desigual: las mujeres dedican unas 4 horas y media más que los hombres a los cuidados y a las tareas del hogar cada semana. Esto se traduce siempre en que el trabajo no pagado es de ellas, y el retribuido el de ellos, con la dependencia económica para las mujeres que eso conlleva siempre. Eso sí, al menos el Estado ofrece garantías de cara a la conciliación. Desde 2022, se dan 320 días laborables de baja pagada por tener una criatura. Si hay dos progenitores, les corresponden 160 días a cada uno, aunque pueden cederse hasta 63 días. Y si solo hay una madre, pues disfruta íntegramente de esos 320 días, que es algo que aquí en España están reclamando y todavía no tienen. Además, la infancia entre 0 y 6 años tiene plaza asegurada en un muy buen sistema de guarderías, que están subsidiadas por el Estado en función de la renta y que son totalmente gratuitas para las familias con ingresos más bajos. 

En otras cuestiones Finlandia no ha sido un país particularmente bueno con las niñas y mujeres. La violación en el matrimonio, por ejemplo, no se criminalizó hasta 1994, a pesar de que el feminismo finlandés llevaba mucho tiempo reclamándolo. Y, otro ejemplo, solo a partir de septiembre de este año, de 2023, las mujeres de Finlandia van a poder abortar de manera libre, en las 12 primeras semanas de embarazo. Hasta ahora, han estado funcionando con una ley de supuestos que permitía el aborto en las 12 primeras semanas si se cumplían una serie de condiciones, y en las 20 primeras semanas en el caso de las menores de edad. No ha llegado a suponer un verdadero problema porque esos supuestos se interpretaban de manera bastante abierta, (más o menos como se hacía aquí en España antes de la ley de 2010, para que os hagáis una idea), no es que las mujeres quedasen abocadas a irse al extranjero o a un aborto clandestino. Pero el hecho de que el aborto libre haya tardado tanto en aprobarse es muy significativo. 

Las cifras de violencia machista son también alarmantes: están entre las peores de toda Europa. Una investigación de 2014 para los 28 países de la UE, reveló que un 30% de las mujeres de Finlandia habían sufrido violencia física a manos de su pareja o expareja, y otro 17% más a manos de personas que no eran pareja ni expareja. En España, esos porcentajes eran del 13% y del 9%, respectivamente. Además, solo un 10% de las mujeres agredidas por sus parejas, y un 15% de las agredidas por otras personas, afirmaban que la policía intervino en alguno de los casos de violencia que habían sufrido. Ya fuese porque habían denunciado ellas, ya por denuncias de terceras personas. Son de nuevo porcentajes muy por debajo de la media europea. Es decir, las mujeres en Finlandia padecen más violencia que en la mayoría de países europeos, y además parece que la ocultan más o que recurren menos a buscar ayuda. Las mujeres que tienen discapacidad, por cierto, sufren entre 2 y 3 veces más violencia física y sexual según un estudio de 2018, y además lo tienen más difícil para conseguir ayuda. Encima de que muchas veces tienen situaciones de dependencia muy duras, se encuentran con que por ejemplo hay refugios para mujeres maltratadas donde no pueden tener asistencia, que es un obstáculo añadido. 

Las cifras de feminicidios confirman estos índices de violencia machista: en 2018, el último dato contrastado que hemos visto, hubo 24 mujeres asesinadas. 24 mujeres asesinadas en un país con la población de la comunidad valenciana, ojo. Y las cifras de violencia sexual son igualmente terribles: se calcula que hay 50.000 agresiones sexuales cada año, pero por ejemplo en 2017 apenas hubo 200 condenas. Terrorífico. 

La prostitución es legal siendo ilegales solo el proxenetismo, los burdeles y ofertar sexo en lugares públicos. O sea, no hay modelo nórdico de momento en Finlandia, aunque ha habido algún intento de implementarlo que al final no ha salido adelante. Para sorpresa de nadie, ¾ partes de las mujeres prostituidas son migrantes. Para que luego te vengan con el cuento de que lo hacen porque quieren. Por lo que respecta a los vientres de alquiler: es una práctica ilegal, a día de hoy. 

Las personas no hetero, por suerte, disfrutan de todos los derechos esperables. En cuanto al tema trans, decir que Finlandia ha aprobado una Ley de Autodeterminación de Género en febrero de este año: los mayores de 18 años pueden ahora cambiar legalmente de género solicitándolo. Esta ley no ha contentado sin embargo a los colectivos trans, porque no incluye a los menores de edad. Y es que Finlandia está siendo muy cuidadosa con las transiciones en menores. En 2020, el sistema de salud finlandés abandonó los protocolos de la WPATH, la “Asociación Profesional de Salud Transgénero”, y decidió limitar y controlar mucho más los tratamientos hormonales en menores, después de valorar que los riesgos de esos tratamientos superaban con frecuencia a sus supuestos beneficios. Volvieron a poner la psicoterapia como la primera línea de tratamiento para casos de disforia en las criaturas, y dejaron los tratamientos hormonales solo para casos puntuales y tras un estudio exhaustivo. La opción quirúrgica directamente no se la ofrecen. Poco a poco van reculando, lástima que haga falta un chorro de víctimas para que actúen de forma contundente. Víctimas que, como sabéis, son en su mayoría niñas y mujeres, por mucho que quienes salgan en la tele, series, publicidad, etc, sean los de siempre: los nacidos varones pero autoidentificados no binaries, mujeres, gender fluid, gender mirror… la jerarquía sexual operando impunemente, amigas.