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Historia del feminismo español I: la batalla por la educación

*Historia del feminismo español I: la batalla por la educación aparece en el podcast:

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Hasta ahora en esta sección de maestras radicales nos hemos centrado en el mundo anglosajón, ya que el feminismo radical surgió y tuvo especial importancia allí. Pero por sugerencia de algunas compañeras, vamos a hacer un paréntesis y a dedicar esta sección durante un tiempo a estudiar la evolución del feminismo en España. 

Se puede decir que aquí la lucha feminista, se empezó a organizar como tal en la segunda mitad del siglo XIX. Como sabéis, en ese momento la desigualdad y la sumisión de las mujeres a los padres y a los maridos era total y absoluta.

Fíjate, prima, que nunca se nos prohibió trabajar en empleos no cualificados como la ganadería, fábricas, agricultura, etc. pero sí estaban prohibidos los trabajos cualificados. Date cuenta, amiga, esos trabajos tenían prestigio social y nos hubieran dado autonomía económica. Y dónde íbamos a ir nosotras con vagina y dinero. Peligro! Incluso si el dinero te venía por una herencia, tenías que tener a un hombre que te administrara las pesetas. 

Obviamente, no podíamos estudiar en la universidad. Y ese fue el primer campo de batalla de la lucha feminista española: la educación. Las mujeres enroladas en el feminismo entonces eran de clase media y alta que tuvieron madres y padres de mentes más abiertas, y que querían que sus hijas también estudiaran.

Las primeras mujeres que estudiaron lo hicieron por libre con tutores en casa. En 1888, nuestras antecesoras consiguieron entrar en la Universidad, previa revisión de cada caso por parte del Ministerio, pero ojo, primero tenían que conseguir que cada profesor firmará en sus matrículas que se comprometían a mantener el orden en el aula.

Y es que, amigas, nuestra entrada en las clases se vaticinaba como un caos. ¿Qué iba a ser de aquellos pobres alumnos que no pudieran concentrarse por culpa de nuestro capricho de querer estudiar? Para protegerlos, se dictaron varias normas: no podían circular libremente y tenían que estar acompañadas siempre por un profesor. 

Pero, espérate, porque cuando las estudiantes acababan las carreras les daban un título diferente al de los hombres: un título que decía habían estudiado, aprendido y superado todas las asignaturas, pero que no valía para ejercer. Ni para nada, vaya. No podían darnos un certificado igual al de ellos porque con el de ellos sí se podía ejercer, claro.

En 1892, Emilia Pardo Bazán, figura fundamental en la historia feminista española, hablaba así en el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano.

«Aspiro, señores, a que reconozcáis que la mujer tiene destino propio; que sus primeros deberes naturales son para consigo misma, no relativos y dependientes de la entidad moral de la familia que en su día podrá constituir o no constituir; que su felicidad y dignidad personal tienen que ser el fin esencial de su cultura, y que por consecuencia de este modo de ser de la mujer, está investida del mismo derecho a la educación que el hombre, entendiéndose la palabra educación en el sentido más amplio de cuantos puedan atribuírsele«.

Sin embargo, no fue hasta el 8 de marzo de 1910, 700 años después de que se fundara la primera universidad, que se nos permitió por fin matricularnos como si fuésemos personas, sin permisos especiales de nadie, y con la titulación para ejercer. Aun así, la desigualdad educativa en la práctica siguió siendo enorme, claro, las mujeres teníamos una tasa de analfabetismo muy superior a la de los hombres.

Cinco años después, gracias a María de Maeztu, se crea en Madrid la Residencia de Señoritas, que aún hoy podemos visitar. Fue el primer espacio similar a las residencias de estudiantes del momento, pero para mujeres. 

De la mano de las mejoras en la educación, la lucha feminista consiguió ir abriendo algunos pequeños espacios en el mundo laboral, sobre todo en profesiones muy concretas como la de maestra o comadronas.

Esta fue la primera gran batalla de la lucha feminista española, a la que seguirían muchas otras. La semana que viene hablaremos de nuestra lucha sufragista.

 

Ilustraciones > Canina Walls

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