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Situación de las lesbianas: activismo pasado y presente

*Situación de las lesbianas: activismo pasado y presente aparece en el podcast:

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A lo largo de la historia las lesbianas han experimentado situaciones muy diversasDesde la tolerancia en algunas civilizaciones antiguas, como la mesopotámica o la egipcia, al menos en ciertos momentos, hasta la prohibición y la persecución, que en épocas como la Edad Media llegó a traducirse en penas de cárcel e incluso en condenas a muerte, si bien es cierto que este extremo de la pena de muerte parece que fue bastante raro. 

En general, podemos decir que por el propio machismo institucionalizado que ha habido prácticamente en todas las épocas y sociedades, las lesbianas han sufrido menos persecución que los homosexuales varonesLo que ya sabemos: no pene, no sexo, no peligro. A eso se le suma que un hombre puede perder su estatus de macho, pero una mujer no puede caer más bajo, no hay nada por debajo de ser mujer.  En algunas épocas la convivencia entre mujeres solteras ha sido socialmente aceptable debido a estos y otros factores. 

Esto no quita que la situación de las lesbianas no haya sido difícil, como ya sabemos. Se ha enfrentando históricamente a la no aceptación, a la censura, a las críticas, a las presiones sociales o, ya os digo, directamente la persecución y la violencia sexual, con las conocidas violaciones correctivas, que siguen produciéndose a día de hoy.

No sabremos nunca cuantísimas mujeres en todas partes han acabado casadas con hombres de los que no estaban enamoradas, o siendo enviadas por las familias a conventos, o en el mejor de los casos viviendo su vida a escondidas, es decir, una vida a medias.

En algunos lugares el lesbianismo empezó a tener algo más de visibilidad en el siglo XIX, con fenómenos como los “matrimonios de Boston” llamados así en EEUU, que no eran otra cosa que hogares en los que convivían dos mujeres solteras sin el apoyo de ningún hombre. 

A finales de ese siglo y principios del XX, en países como Francia, sobre todo en ambientes intelectuales y artísticos, empezó también a haber algunas lesbianas más conocidas e incluso pequeñas comunidades lésbicas con sus propios cafés y locales para reunirse. Pero por supuesto lo más común en casi todas partes siguió siendo tristemente la no aceptación y el rechazo social, con episodios directamente de represión.

Por ejemplo, la Alemania nazi cortó tajantemente con el clima previo de cierta tolerancia hacia la homosexualidad, aunque es verdad que tampoco llegaron  nunca a perseguir a las lesbianas con la brutalidad con la que sí represaliaron a los hombres gays. Y esto si hablamos de Europa, porque en otras partes como ya hemos venido viendo estos meses, esta represión sigue hasta día de hoy y va mucho más allá…

El activismo lésbico como tal realmente no empezó hasta la década de 1960, vinculado por un lado al naciente movimiento LGTB y por el otro al movimiento feminista, a la segunda ola del movimiento feminista, concretamente, la radical.

Las activistas lesbianas siempre, hasta el día de hoy, han estado moviéndose un poco entre dos aguas, entre estos dos movimientos, en los que no siempre han acabado de encontrarse a gusto, incluso dentro del feminismo, aun siendo la lucha que mejor ha acogido históricamente al activismo lésbico, en algunas ocasiones tampoco ha sabido darles el apoyo y el espacio que merecían. 

Ya hemos visto en Radiojaputa que la segunda ola tuvo su epicentro en los Estados Unidos, al igual que el activismo lésbico, aunque hay otros países como Francia o Inglaterra que han sido igualmente fundamentales a la hora de impulsar el movimiento. 

El 28 de junio de 1969 tuvieron lugar las famosas protestas LGTB de Stonewall, en Nueva York, que se conmemoran todos los años en el Día del Orgullo Gay, y ahí había desde luego lesbianas y de hecho fue precisamente una lesbiana, Stormé Delarverie, quien inició la revuelta contra la redada policial en el Stonewall Inn, que era y es un famoso bar LGTB. 

Hoy en día corren ríos de tinta reescribiendo la historia de Stonewall, diciendo que fue generado por la comunidad trans, e incluso que fue una mujer trans quien agitó las protestas, pero no es difícil saber que fue una mujer, lesbiana y afroamericana la primera en devolver los golpes.

En esos momentos la poca organización del activismo lésbico estaba integrada dentro de organizaciones homosexuales mixtas como el Frente de Liberación Gay, de las que sin embargo muchas lesbianas se alejaron rápidamente porque vieron que el ambiente en estas organizaciones era machista a más no poder, y se centraban más en la situación de los hombres gays. 

Esto es algo que pasó de hecho prácticamente en todos los países: las lesbianas empezaron a movilizarse integradas en esas organizaciones mixtas pero rápidamente se dieron cuenta de que no eran bienvenidas. ¿Y qué hicieron, dónde fueron a ubicarse? Bueno, pues así en general se puede decir que volvieron la vista hacia el feminismo, y más concretamente hacia el feminismo radical

Y especifico que hacia el feminismo radical, porque el feminismo liberal de gente como Betty Friedan, la líder de la Organización Nacional de Mujeres (NOW) estadounidense, de la que ya hemos hablado alguna vez, consideraba que las lesbianas eran un obstáculo para la lucha por los derechos de la mujer. Friedan de hecho, se refería a las lesbianas como la “amenaza lavanda”. Y precisamente ese nombre de Amenaza Lavanda lo resignificó un puñado de lesbianas y lo usó para dar nombre a un grupo que ha pasado a la historia como el fundador, por así decirlo, del activismo lésbico. 

En 1970, unas cuantas activistas de ese grupo irrumpieron en el Segundo Congreso para la Unidad de las Mujeres y leyeron un manifiesto ya mítico, titulado “La mujer que se identifica con la mujer”, en el que exponían la agenda del lesbianismo y ponían sobre la mesa ideas y debates que luego han sido claves en el desarrollo del propio feminismo radical. 

Por ejemplo, el hecho de que al concepto de patriarcado se le sume el tema de la imposición de la norma heterosexual, y empiece a teorizarse ya sobre el heteropatriarcado, tiene mucho que ver con las aportaciones de las compañeras lesbianas. En esos años 70 la verdad es que hay una nómina tremenda de activistas y teóricas feministas lesbianas en  Estados Unidos, gente como Rita Mae Brown, Audre Lorde, de la que hablamos en un programa, Ti-Grace Atkinson, Jill Johnston, que en 1973 publicó un libro muy famoso titulado “La Nación Lesbiana”… En fin. Muchas tías brillantísimas, la verdad.

Pero aunque el activismo lésbico encontrase un espacio más cómodo para estar en el feminismo radical, os advertía antes que ese encaje tampoco ha estado exento de conflictos. Por una parte, porque algunas de las construcciones teóricas del movimiento lésbico, como el separatismo o lesbianismo político, que defiende la autonomía frente al mundo masculino, la renuncia al sexo con hombres como herramienta de lucha política, generaron problemas con otros sectores radfems. 

Y por otra parte, en lo que se refiere al activismo ya más concreto, porque las lesbianas no dejaron de estar lógicamente en esa situación un poco de pertenencia doble al movimiento feminista y al movimiento LGTB. Porque algunas de sus luchas más importantes, como la lucha por el derecho al matrimonio igualitario, a la adopción igualitaria y demás, seguían insertas fundamentalmente dentro de ese movimiento LGTB. Algo que les ha pasado a las compañeras activistas lesbianas prácticamente en todas partes, es que muchas veces han sido, yo diría, que demasiado generosas

Han estado con las feministas heterosexuales a tope reclamando temas como el aborto libre o el acceso libre a anticonceptivos, han estado con los homosexuales varones en primera línea combatiendo la estigmatización social en los peores tiempos del SIDA… Y a veces se han olvidado incluso de su propia agenda. 

Eso es lo que llevó a una reacción a principios de los 90 y a la formación de grupos lésbicos de acción directa como las “Vengadoras Lésbicas” en Nueva York, que luego se extendieron por otros lugares y que se encargaron de promover las llamadas “marchas bolleras”, que se hacen en algunas ciudades el fin de semana previo al Orgullo para reclamar la visibilidad lésbica, que sigue siendo uno de los objetivos principales del movimiento. 

Porque efectivamente, las lesbianas siguen sin tener el espacio público y la repercusión que tienen otros miembros del colectivo LGTB, no hace falta que os lo jure. Por cierto, desgraciadamente, en los últimos tiempos hemos visto cómo se excluía de alguna de esas marchas bolleras a colectivos de lesbianas por manifestarse en contra de mantener sexo con mujeres trans. 

Y en España, pues la historia del activismo lésbico realmente encaja muy bien con todo esto que os acabo de comentar. Las lesbianas empezaron a organizarse sobre todo tras la muerte de Franco bajo el paraguas de asociaciones homosexuales mixtas como el Front d’Alliberament Gai de Catalunya, primero, y luego también en otras zonas, pero rápidamente se volvieron hacia el feminismo radical porque vieron que esas organizaciones mixtas estaban llenas de misoginia. 

En esos años de la transición y principios de la democracia empezaron a conseguir también cierta visibilidad, con algunas lesbianas dando la cara en las televisiones como Gretel Ammann o Carmen Suárez, y empezaron en definitiva una lucha contra la lesbofobia, por los derechos LGTB y contra los muchos prejuicios sociales que todavía hoy sigue habiendo en torno al lesbianismo. 

Porque a día de hoy, el lesbianismo en España sigue enfrentándose a la hipersexualización y la mitificación que ha creado el porno masculino, ese imaginario colectivo masculino de que una es lesbiana porque nunca le han echado un buen polvo…  Nos suena a todas, siempre poniendo la clave en el pene. La falocracia en su máximo esplendor. Por otra parte, en España sí han tenido un papel clave en el movimiento feminista y han estado en todas las luchas importantes del feminismo. 

Y en medio de todo esto, pues el movimiento ha tenido sus propios problemas y divisiones, que vienen ya de los años 70 y 80, y que son básicamente los mismos que en otras partes del mundo: los debates en torno a la identidad lésbica, en torno a la relación con el movimiento feminista y con el movimiento LGTB, los debates también más recientes en relación con las teorías queer, etc… Temas sobre los que ya no vamos a profundizar aquí, pero lo que sí voy a hacer es poneros en el descriptor del programa un link a un documental súper recomendable donde se repasa la historia del movimiento lésbico en España.

Nos ha acompañado en este recorrido la voz de Alix Dobkin, cantante estadounidense cuya obra está centrada principalmente en el lesbianismo y en el feminismo, del que ha sido activista toda su vida. Alix nos dejó hace tres semanas. Va este podcast por ella y por todas las activistas que pelean para que el mundo sea un lugar digno de ser vivido. 

Ilustraciones > Canina Walls

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